sábado, 27 de enero de 2007

Freddy Ginebra: dedicación, esfuerzo y humildad se conjugan en un solo ser

Entrevista Semblanza



“De la publicidad yo vivo y mantengo mi familia, de La Casa mantengo mi espíritu”, Ginebra.


Por Vianny Peña


Si alguno de nosotros se le ocurre pasar por la publicitaria Cumbre-Nazca Saatchi & Saatchi y quiere ver a su director, que no le extrañe su humildad al recibirle sin ningún tipo de burocracia o procedimiento complicado. Al entrar a su oficina nos recibirá en camisa manga corta, con un abrazo, un beso y una sencilla sonrisa.

No era de esperar menos del hombre que hace 33 años fundó Casa de Teatro o mejor dicho La Casa, como la designan sus empleados y colaboradores. “Freddy es más bien un amigo y no un jefe, porque nos trata como familia”, dice Tarsis Castro, actriz y encargada de la sala de teatro de La Casa desde hace un año.

Desde pequeño Freddy se ha sentido cautivado por todas las manifestaciones artísticas. Participó voluntariamente en el grupo de teatro del colegio La Salle y llegó a organizar veladas en las azoteas de las casas. “En cualquier sitio que yo encontraba un cubrecamas mal puesto lo tomaba como telón, me inventaba unos títeres con las manos y recitaba poesías”, dijo muy sereno y jovial.

Sin tener la menor idea de lo que era la televisión, a los 19 años Freddy empieza junto a un grupo de jóvenes un programa en vivo llamado cita con la Juventud en el año 1963. Se gradúa de Doctor en Derecho, pero no lo llega a ejercer. Luego estudia Publicidad y Televisión en New York University.

Entre sus múltiples ocupaciones fue maestro de escuela, productor y animador de la televisión dominicana, de programas como “Pantalla 10”, “En Primera Fila”, “Tic Tac Toc”, “Dígalo Como Pueda” y “Gente”, donde surge Sonia Silvestre y otras figuras actuales del medio artístico dominicano. “Parecía que estaba hecho para trabajar en televisión”, exclamó con tono sorpresivo.

Fundó varios movimientos culturales, como Grupo Tirso de Molina en 1959, La Careta en 1963 y La Máscara en 1965.




En 1974, Ángel Haché, perteneciente a un grupo de amigos de Freddy, le propone que busque una casa para practicar teatro.

En ese entonces Casa de Teatro tenía una sala de exposiciones de pintura, una sala de conferencia, un bar y como era el único lugar independiente, La Casa pasa a ser el “refugio de todas las disciplinas artísticas”. Entonces el grupo de teatro decide mudarse a otro espacio donde haya sólo teatro.

Freddy cuenta que siempre ha tenido mucho ánimo, eso lo heredó de su abuela Marina; los retos se han convertido en parte de su vida: “no tenía un centavo para comprar la edificación de Casa de Teatro y ese fue mi primer reto. Tenía que mantener propuestas de los artistas que se presentaban en la Casa, motivar a las personas para que asistieran a los espectáculos de teatro, es decir, vivir es muy difícil y más aún en ese medio”, dijo.

Cuando el autor del libro “100 Años de la Pintura Dominicana” se sintió impotente, dijo “voy a hacerlo por un día más”, y ya tiene 33 años diciendo lo mismo.


Julio Núñez, luminotécnico de La Casa, desde hace 26 años, ve a Freddy como un padre y un gran ser humano, que siempre ha luchado por lo que cree, “siempre es el mismo, el que todos conocemos”. Mientras Julio habla sobre Freddy en su rostro se puede ver la gran admiración que siente por este personaje dominicano.

“Recuerdo aquella vez, alrededor de 1987, cuando el cantautor cubano Carlos Calera vino a presentarse. La luz se había ido desde las 6 de la tarde, eran las 10 p.m. y el concierto no había empezado por la falta de energía eléctrica. La Casa tenía alrededor de 200 personas que habían pagado boletas de algunos 60 pesos para ver el concierto. Entonces, cuando parecía que no había más remedio que devolver el dinero, Freddy no se rindió. Tomó las riendas del espectáculo diciendo: el concierto va. Hasta las 12 p.m. el público disfrutó de una fabulosa interpretación a capela del cantautor cubano. Al final Freddy preguntó: ¿Alguien quiere que le devuelva su dinero? y en un solo coro todos dijeron nooo”.

“Casa de Teatro ha costado mucho esfuerzo y mucha dedicación, pero naturalmente es algo que yo vivo y cuando tú vives algo y lo sientes como parte tuyo pues se te hace más fácil, deja de ser una carga. Es una gran satisfacción hacer lo que hago”, dijo Freddy complacido, pero al mismo tiempo, sin perder el sentimiento de humildad que le caracteriza.

La Casa es el trabajo paralelo de Freddy, y no sabe cuál de los dos le toma más tiempo. “Ambos trabajos los disfruto, de la publicidad yo vivo y mantengo mi familia y de La Casa mantengo mi espíritu; fue hecha por amor al arte, por amor al país”.

Goza de la admiración de sus empleados y por supuesto, de sus hijos. “Es una persona que ha descubierto la razón de ser, de estar vivo; el dar más allá de lo que se tiene es el mejor ejemplo que como padre me ha dado”, dice Freddy Arturo, el mayor de sus hijos.

Tanto la publicitaria como La Casa son parte de una gran familia, “la Casa es como mi hermana más pequeña y nos sentimos orgulloso de ella”, agregó Arturo, aunque no hacía falta que expresara su admiración y felicidad con palabras, su rostro lo decía todo.

Al terminar la entrevista, Freddy no se le olvida mencionar a sus tres nietos: Juan Pablo, Ana Marina y Elena y la vulnerabilidad se apodera de él, como la de un fan ante la foto de su artista preferido. “Quisiera poder pasarme todo el día con ellos”.

Freddy Ginebra está nominado para Hombre del año, concurso que realiza el periódico dominicano Diario Libre, y ya tiene en la mira la publicación de tres libros más: uno sobre Casa de Teatro, otro que será su continuación, y el tercero sobre algunos viajes que él ha realizado.

“Con esto espero que la gente sonría, y que diga: conchale, vale la pena vivir” exclamó con una sonrisa risueña e inevitablemente contagiosa.

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