sábado, 24 de marzo de 2007

Todos los días un periódico gratuito

CRITICA. Al estilo del hombre y la mujer del siglo veintiuno, resumido y conciso

Un diario que ensucia las manos, pero salpica de informaciones adicionales


Por Alexandra Santana

Diario y libre, de 28 páginas y alrededor de 60 noticias, conforman el informativo, de formato condensado y de impresión full color. El periódico Diario Libre despierta en horas de la madrugada e inicia su distribución a las 5:00 de la mañana. Su contenido informativo, caracterizado por la brevedad y la carencia de contexto suficiente en la redacción de las noticias, facilita la lectura y lo convierte en el protagonista de los desayunos, los noticiarios, de los atrapados en un tapón y de los que viven de prisa.

La distribución de sus secciones en noticias, políticas, económicas, nacionales e internacionales; reportaje o noticia ampliada; revista, con informaciones sociales, y deportes, no complican al lector, porque su ubicación es secuencial y está en un solo material. A diferencia del periódico Listín Diario, que presenta sus secciones en segmentos de papel, clasificados en A, B, C y D, el lector Libre no inmuta su proceso de lectura, ni su concentración, porque todo el contenido informativo es suministrado en un mismo pliego.

Un aspecto positivo es que el impreso Diario Libre se salpica de informaciones adicionales, al conmemorarse fechas patrias, religiosas o acontecimientos importantes. Este mes, por ejemplo, se identifica con los valores y símbolos patrios, resalta las tradiciones del pueblo, y dedica espacio adicional para estos fines. Otros condimentos son la Plaza Libre, para anuncios de ventas y alquiler de inmuebles, o puestos de trabajo, un recetario mensual y una revista semanal, Estilos.

En la cara del periódico, su portada, no existe discriminación de noticias. Los titulares pueden ser sobre política, arte, deportes o problemáticas sociales. “Miserias a orillas de la playa”, encabeza la foto principal del 20 de febrero de 2007, o “Así no fue que hablamos”, del 22 de febrero, son hechos que se acercan a las necesidades de las personas. “Terminó el carnaval y ¿aquí?”, del miércoles 21 de febrero; “Ganadores del concurso Hombre y Mujer del año”, son otros titulares, de la misma semana, que refrescan o le cambian el ritmo a la primera plana. Denotan que no todo es tragedia y que hay vida más allá de la política. Sus titulares no son los engorrosos acontecimientos que envuelven a los lideres políticos o de opinión. Ellos equilibran la selección de los hechos que estarán en portada.

Aunque en el interior, los personajes políticos y las instituciones públicas protagonizan la escena noticiosa, la publicidad le gana. Los anuncios son tan abundantes y están tan mal distribuidos que constituyen un irrespeto al lector, sobre todo cuando ocupa páginas completas y disponen sólo de un breve o insignificante espacio a las noticias, apenas seis líneas distribuidas en dos columnas. El descontrol en la ubicación del material publicitario le resta prioridad al objetivo principal de un periódico, informar, y a la eficiencia en la distribución del espacio. Parecen no existir políticas claras en ese sentido o que Ignacio Ramonet tenía razón.

El director del periódico francés Le Monde Diplomatique escribía que los medios que dicen ser gratuitos en realidad no lo son, porque la publicidad paga lo que el cliente no hace directamente, pero a cambio obtiene una mayor cartera de consumidores. La publicidad paga por nosotros, pero esta nos absorbe y “pone en jaque” las necesidades de consumo de las personas, el público entre la espada y la pared termina adquiriendo bienes y servicios que realmente no requiere.

El Diario, que por defecto ensucia las manos de los lectores, tiene una incorrecta distribución del espacio, en ocasiones da la impresión de ser un impreso destinado a la publicidad, que aprovecha los remanentes para colocar noticias.

En el 2001, Diario Libre inicia su aparición bajo la sombrilla de la casa editora AA, que se convirtió en la empresa Omnimedia, dedicada a la producción de diferentes medios de comunicación, como Revista Rumbo, Sucesos y el Diario Libre.

Perteneciente a empresas como Mercacid y el banco BHD, Omnimedia suple una carencia en la sociedad de la información del siglo veintiuno: hacer libre el acceso a los datos y demostrar que sí es un mercado rentable.

El estilo de hombre moderno, carente de tiempo, parlanchín y de rapidez incisiva, es el target al que va dirigido Diario Libre. Todo es resumido y condensado para ese hombre o mujer del siglo veintiuno, del siglo del conocimiento y la tecnología. Lo extraño es que la sociedad de la información -que se promueve con tanto fervor- no fomente los hábitos de lectura sustanciosa, amplia, de investigación y detalles. Noticias contextualizadas, con fuentes contrastadas.

No obstante, el periódico tiene columnas interesantes que merecen ser leídas, como Migraciones, que responde cuestionantes sobre el tema de los viajes ilegales, leyes y derechos ciudadanos. Datos de personajes destacados, acontecimientos históricos, religiosos, culturales y políticos; las noticias de economía, los reportajes sobre temas de interés o que están “sobre el tapete”, que realizan los periodistas Esteban Delgado o María Isabel Soldevila, son algunos de los aspectos positivos del material impreso.
La brevedad, su característica principal, es un arma de doble filo, un elemento de dos caras, porque funciona y limita a la vez. Cuando se quiere conocer cómo está el país, en poco tiempo, se puede acudir a él, pero no podemos esperar leer más de lo estrictamente necesario, de lo que Diario Libre considera importante resaltar. Pero esa brevedad, a la vez, indica que no habrá redundancias ni complejidades, será el qué, el cuándo, el dónde y el por qué sin detalles ni banalidades.

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