sábado, 24 de marzo de 2007

Realizan primer transplante de médula ósea del año



Una iniciativa riesgosa para curar el cáncer



Por Judith Rodríguez

Juan Manuel Pérez, de 19 años, es el paciente número uno del 2007 que recurre a este procedimiento.

Luego de 25 días de haberse realizado la operación, Juan Manuel Pérez, estudiante de economía de la Universidad Católica, es dado de alta con muy buenas expectativas.

Pérez es paciente de la unidad de Oncología de la Plaza de la Salud, donde desde noviembre del pasado año se le diagnosticó una recaída de su enfermedad llamada Linfoma No Hogdkin con una masa tumoral en el mediastino (cáncer).

“Se me propuso un transplante de médula, pero la decisión no vino de la noche a la mañana”, dijo Pérez. Según éste, fue escogido para el transplante por sus condiciones favorables: su médula ósea no había sido afectada por la enfermedad y él nunca la había desarrollado totalmente.

Los transplantes de médula se realizan en el país desde el 2002, en el Hospital general de la Plaza de la Salud, único lugar donde se llevan a cabo. Según la doctora Ana María Benzon, hemato-oncóloga y miembro del comité de tumores del centro médico, la idea fue formulada, unos años antes, entre ella, los doctores Castaños y Allan, ambos oncólogos, en el Instituto Oncológico Dominicano.

“Son dos tipos de procedimientos: el alogénico, en el que se necesita un donante de la médula ósea, obligado un hermano, aunque existen los donantes no familiares, personas que se han sensibilizado con la idea del transplante, y el autólogo, el mismo paciente es el donante de su médula”, dijo Benzon. Ésta explicó que el transplante es un proceso muy complejo y costoso, pero que existen personas que colaboran con los pacientes.

En el país sólo se han realizado 18 procedimientos y según las doctora Benzon los resultados han sido similares a los de los demás países que lo llevan a cabo, “Estamos con las estadísticas internacionales”, dijo.

Según la especialista, la efectividad del transplante depende de varios factores: de la patología, del tratamiento que ha recibido previamente, del momento en que se realice, del tiempo del diagnóstico y la condición del paciente. “Una de las consecuencias negativas es que la enfermedad vuelve”, dijo Benzon, mientras que explicó que si funciona
puede propiciar la curación completa, o te alarga la posibilidad de que vuelva la enfermedad.

Pérez está todavía en una etapa de aislamiento en su hogar, hasta que logre recuperar sus defensas. Éste señaló que según los estudios realizados todo marcha normal.

Como cualquier día

Crónica





En el instituto de cardiología el personal de emergencia quiere ayudar pero muchas veces no puede hacer más de lo que los medios le permiten.








Dos hospitales distintos pero con situaciones similares





Por Vianny Peña






En hospital general de Diabetes las personas llegan muy temprano para tomar su ticket y luego sentarse por un buen rato a esperar que llegue su turno.

Si piensas que llegar a las ocho de la mañana al hospital de Diabetes es temprano, mejor ajusta tu reloj porque vas a encontrar una fila larga para tomar un turno y otra más para pagar; y ni hablar de la fila para realizarse los análisis. Pero eso pasaría en cualquier hospital, hasta en una clínica. Algo interesante es que cuando entras hay una señora del personal del hospital tocando una pandereta.

“Yo tengo un gozo en mi alma, gozo en mi alma, gozo en mi alma y en mi ser, aleluya, gloria a Dios” Eran las 8:02 a.m. y la señora canta con un entusiasmo que contagia. Todo el que pasaba por el pasillo inevitablemente cambia de una expresión de indeferencia, aburrimiento o sueño a una expresión alegre, y al son de aplausos cantan: “Y es como río de agua viva, río de agua viva, río de agua viva hay en mi ser”.

Mientras tanto en Cardiología

En el Instituto de Cardiología, que esta cerca del anterior, sucede algo similar. Ya pasaban de las 8:15 y ya había varias personas para consultas. En vez de canciones cristianas, hay unas señoras predicando la palabra a los pacientes. Pero en este hospital pasan cosas más graciosas que en el primero.

Una estudiante de comunicación social, Gerlinde González, se acercó a una sección del instituto que dice “archivos”. – Estoy realizando un reportaje y me gustaría saber ¿cuántos pacientes vienen aquí con problemas del corazón?-, le preguntó Gerlinde a un joven largurucho que se encontraba del otro lado de la ventanilla. Este con una sonrisa y mirándola con una expresión de “que inocente, la pobre” le dijo: -¡Qué!, mira da la vuelta, entra y empieza a contar cada uno de los casos-. Los casos que el joven refería estaban colocados en unos folders que a su vez estaban en unos estantes de cinco niveles. Eran más de diez estantes. Obviamente, la estudiante no se puso a contar, por lo que el joven la mando para otra oficina y de ahí a otra.
Ya pasaban de las 8:30 de la mañana. Al hospital seguían llegando más pacientes. Todos sentados en las distintas salas de espera, amplias y muy frescas. Tanto este como el de diabetes estaban muy limpios y cuidados.
En emergencias
Un rico olor a uva y un frió confortable mantenía a los pacientes de emergencia tranquilos; Excepto un señor que estaba sentado en una camilla con una cara de aburrimiento peor que la de un niño al que no dejaron salir a jugar al parque.

En la sala sólo habían dos enfermeras, una morena que le dicen “Santos” y una señora sumamente pequeña y peleona; También había un doctor, que se quejaba de que aún no se había desayunado. Eran las 8:45, y el señor de la camilla se quedo dormido.

De repente se despertó. –Doctora ¿y entonces?, exclamó.
-Ya yo le dije que ya viene el doctor- le contestó la enfermera morena.
-Pero de eso hace ya tres horas, que me despachen o que me internen, pero que no me tengan aquí. ¿Este doctor no me puede ayudar?- dijo el señor con voz triste.
-No, porque el otro fue que lo atendió, él es quien tiene que darle de alta. Ya nosotros lo llamamos pero está en un examen, hay que esperar que termine.-

Interrumpe la conversación otra enfermera que entra que una señora en silla de ruedas: -De los Santos, ayúdame con este paciente- dijo.

-Olle aquí nada más hay un solo plomero y siguen trayendo personas; ¿Quién las va atender?, además ya no hay camillas- dijo el doctor mientras terminaba de llenarle un registro a un paciente. – que espere afuera con quién anda, la llamamos ahora-. En la sala sólo hay 5 camillas y estaban llenas.

Eran las 8:57 y el señor parecía un personaje de la canción “El Niagara en Bicicleta” de Juan Luis Guerra.

Irrumpió en la sala una doctora con un paciente. –Castillo ayúdame a este señor- dijo.
-Nada más estoy yo sólo- dijo el doctor como un radio rayado por decir lo mismo una y otra vez.
-Este paciente está sudoroso y hay que atenderlo- le responde la doctora.
-Bueno, busca una camilla a ver si encuentras- dijo Castillo.
-Él estaba en consulta, pero yo no puedo dejarlo ahí en ese estado. Hay que ingresarlo, van dos veces que este paciente viene con el mismo cuadro y lo mandan para su casa- dijo la doctora, muy preocupada.

Atienden al señor en una silla y luego le habilitaron una camilla. Eran las 9:05 y la enfermera morena me dijo: “Señorita, tiene que salir, emergencia es sólo para pacientes y un familiar del paciente”.

Afuera estaba la señora que no pudieron atender, más dos pacientes que esperaban para que le atendieran. A las 9:20 despacharon al señor de la camilla.

El mito de la columna de la cirugía

Reportaje





La anestesia es la perdida transitoria de las sensaciones (dolor, temperatura, postura, vibración y tacto) en parte o en todo el cuerpo





A pesar de lo poco que se conoce sobre este método, que nos hace insensible al dolor y facilita el trabajo de los médicos, es uno de los avances más importantes en el campo de la medicina y base de toda intervención quirúrgica.

Esta depresión progresiva y reversible del Sistema Nervioso Central causa un temor en los pacientes a ser sometidos a procedimientos quirúrgicos, terapéuticos o diagnósticos, quizás por el miedo de no despertar o que suceda algo inesperado, es decir por sus riegos.





Por Linda Valdez Zambrano



SANTO DOMINGO-“El miedo hacia la anestesia es producto de la historia, ya que antes los métodos utilizados para evitar el dolor eran salvajes, pero con los avances en la anestesiología y los nuevos medicamentos se han disminuido los riegos”, expresó Ramón Oscar Martínez, anestesiólogo del Hospital José J. Mañon y del Hospital Juan Pablo Pina en San Cristóbal.

En cambio, el profesor adjunto de la cátedra de Anestesiología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y doctor del Hospital Darío Contreras, Rafael Hernández Polanco dijo que los anestésicos actúan no sólo en las células cerebrales, sino en todas las células del organismo, aunque los efectos son mayores en el cerebro. El sitio exacto de actuación de los anestésicos, explicó Hernández, no está bien definido, sin embargo se cree que sus efectos se deben a la interferencia en la transmisión celular.

A causa de las posibles consecuencias de su uso, el anestesiólogo debe examinar el estado general del paciente (respiración, hemoglobina, enfermedades, hora del último alimento, operaciones anteriores, alergia a un medicamento, entre otras) antes de la intervención.

“Si el paciente sufre de alcoholismo, tabaquismo o drogadicción, pueden aumentar los riegos, para un paciente alcohólico la dosis requerida será mayor, mientras que el tabaco reduce la duración del fármaco y puede afectar la respiración”, afirmó Hernández Polanco.

Según el ginecólogo y ex-director del Hospital Juan Pablo Pina, Fernando Valdez, el ayuno es importante, puesto que el contenido gástrico podría dirigirse a la laringe en caso de vomito y de allí pasar a los pulmones, produciendo una broncoaspiración, la cual se caracteriza por una neumonitis (inflamación de los pulmones) y una infección que puede ocasionar la muerte si no se trata a tiempo.



Los posibles resultados de los anestésicos endovenosos son: depresión, problemas respiratorios, disminución de la presión arterial, vomito, escalofríos, temblores, dolor de cabeza, complicaciones neurológicas, entre otras. De los anestésicos inhalatorios como el éter son: Depresión cerebral, leve depresión de la respiración, náuseas, vomito, relajación de los músculos, entre otras.

Tipos de anestesias

Existen dos tipos de anestesias: la regional, que es la que bloquea la conducción de impulsos dolorosos al ser inyectada cerca de la lesión como la raquídea (columna), y la general que es aquella en la que se duerme todo el cuerpo a través de la administración de fármacos vía intravenosa o inhalatoria.

Ramón Martínez aseguró que la anestesia regional es de más fácil administración y posee menor índice de mortalidad que la general. Ésta empezó a usarse unos veinte años después que la general, informó el especialista.

Los anestésicos locales pueden aplicarse por instilación, aplicación tópica, infiltración bloqueo troncular y por vía endovenosa.

El tipo de anestesia a emplear dependerá del tipo de procedimiento quirúrgico, la zona a operar, el estado de salud previo o la elección del paciente.

No obstante, se suele confundir los términos de analgesia y anestesia. La analgesia consiste en la perdida del dolor y no de la conciencia, mientras que la anestesia es la perdida no sólo del dolor, sino de todas las sensaciones y de la conciencia.

Técnicas utilizadas en caso de emergencias

Uno de los conocimientos que debe tener el anestesiólogo es sobre la intubación de la traquea que es la colocación de un tubo en este órgano por medio de la boca o la nariz, con el fin de dar respiración asistida en caso de paros respiratorios, expansión de la anestesia raquídea en áreas superiores y uso de la anestesia general.

El doctor Valdez expresó que el conocimiento de esta técnica debe ser del dominio no sólo del anestesiólogo, sino también del cirujano, médico general o enfermera, pues en muchas ocasiones la vida del paciente dependerá de cuán rápido se le inserte el tubo en la tráquea.

Otra técnica a utilizar en caso de emergencia, es la resucitación cardiorrespiratoria que es el proceso que sirve para contrarrestar un paro cardiorrespiratorio por la obstrucción de las vías respiratorias, traumas cerebrales, enfermedades pulmonares o por baja tensión de oxigeno.

Para llevar oxígeno a los pulmones se recurre a la respiración boca a boca, al método manual, moviendo del cuerpo para ampliar la caja torácica y el método mecánico.
Después de realizada la cirugía el paciente puede presentar complicaciones por lo que el cuidado en las primeras horas debe ser permanente y posteriormente se lleva a la persona a la recuperación paulatina de su conciencia, resaltó el doctor Martínez.
Como dijo el profesor adjunto de la cátedra de Anestesiología de UASD: “La anestesia es un instrumento que contribuye al desarrollo de la medicina y facilita la labor de los especialistas. Por lo tanto, debemos confiar en los médicos y eliminar los miedos o mitos sobre la columna de la cirugía, la Anestesia”



Insert:



El anestesiólogo es un médico que completó una carrera de 6 años en Medicina-Cirugía y un período de especialidad de 4 años, que incluye la formación en Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del dolor.



La anestesiología es la rama de la medicina que se ocupa de las intervenciones quirúrgicas y de la relajación a través de los fármacos, restando el funcionamiento físico y celular.
Complemento:

El concepto mágico-religioso era determinante en el inicio de la medicina en la República Dominicana, puesto que el curandero era el encargado de preservar la salud de los demás. Sin embargo, en 1517 se fundó la Universidad Santo Tomás de Aquino y se abrió la facultad de Medicina en 1687.

La primera cirugía oftálmica se realizó en 1844 y se utilizó como anestésico la morfina. Posteriormente, en 1861 se implementó el cloroformo y el ombredane un aparato para administrar el éter.

La anestesia raquídea se empezó a usar en 1916 por el doctor Arturo Grullón en el Hospital San Antonio, actualmente llamado Luís Eduardo Aybar. También, uno de los primeros anestésicos locales fue la novocaína.



Entre los pioneros de la anestesiología moderna en el país se encuentran: Octavio Marmolejos, Humberto Hernández, Manuel Durán y Nadim Aude Núñez. Éstos implementaron sus conocimientos en la década de 1950 después de haber adquirido una preparación en Cuba, Argentina, Puerto Rico y Estados Unidos. Octavio Marmolejos es el propulsor de la especialidad de Anestesiología en la República Dominicana.

La obesidad es una epidemia

Columna: A tu salud


La gordura en las sociedades modernas
¿Eres gordo?, aquí está la fórmula para rebajar


Por Alexandra Santana


…te miras al espejo y recuerdas este montonal de expresiones, escuchadas y leídas en artículos de prensa y en las revistas de espectáculos; repetidas por líderes de opinión y aborrecidas por modelos o artistas. Piensas que mantener una figura estilizada es la enfermedad de la modernidad y las dietas los medicamentos idóneos.

Te ríes con la idea de que la gordura es el cuco de las jovencitas de 15 o los adolescentes de 18. Es un problema para la menopausia y el autoestima femenino a los 45, y un obstáculo para la andropausia, cuando a los 50, los caballeros comienzan a ser jevitos. Ser gordo es casi un pecado en la sociedad del consumismo, en la era de la propaganda y la publicidad. Por eso se vende un estilo light o quizás “una vida saludable”, pero ¿qué es eso?

-Pan con queso, respondería un niño.
-Un producto de la sociedad capitalista, diría un adulto responsable.

Tanto trauma por bajar de peso, tantas cifras alarmantes sobre la cantidad de obesos en el mundo, nos hace olvidar el verdadero sentido de la vida. Lo que los filósofos, Sócrates, Platón y Aristóteles, han establecido como el fin último de cada ciudadano o lo que Chris Gardner, en la película Pursuit of happyness, persigue: la felicidad.

Es necesario entender que existen contexturas físicas o problemas hormonales que les impiden a algunas personas ser ultraflacas e insertarse en el estereotipo. Hay que entender que la gordura no siempre guarda relación con la comida chatarra. Hay que precisar que realmente no importa cuánto pesa tu cuerpo, sino tu alma, porque al final del camino es lo único que se puede salvar.

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, Estados Unidos es el número
Uno, entre los países desarrollados, con mayores índices de sobrepeso. En República Dominicana no existen estadísticas en ese sentido, hasta el momento, pero sí una fuerte influencia de los estilos de vida occidental, de su rapidez y sedentarismo; de su comida chatarra y trabajos estresantes; de sus frustraciones y estereotipos. De ellos hemos heredado este complejo.

El escritor Vargas Llosa decía la siguiente estupidez: “La gordura es sinónimo de pereza mental”, me atrevo a rebatir esto con la frase, trata de comer saludable y balanceado, para prevenir la pereza mental. Ser gordo no es un pecado, a veces es irremediable.


Con esta expresión vuelvo a la realidad, me sigo mirando en el espejo y me sonrojo al considerarme sexy, aún siendo gordita. Me llamo Nancy y durante años he llevado dietas. Me las sé todas: South Beach, dieta de la manzana, del yogurt, de la sopa. Algunas más equilibradas como la Atkins o los famosos parches. Luego de años absteniéndome del placer de comer, soñando con una figura que me haría “mejor persona”, me di cuenta que se trata de un problema hormonal. Que mi cuerpo se resiste a un cambio radical y que ser gorda no me hace peor persona, ni diferente.